martes, 22 de junio de 2010

Cementerio Masón en el Quindío



Según narran los habitantes del sector este fue motivado por la muerte de una persona no católica. Los historiadores señalan que se creó una fuerte controversia en el pueblo, en razón de que solo existía el cementerio católico y el sacerdote y el alcalde de la época se negaron para que se le diera sepultura en él.

Además evitaron que lo hicieran en los pueblos vecinos, fue así que los familiares lo enterraron en la finca donde habitaban, que estaba ubicada en la vereda La Concha, pero ante el hecho fueron denunciados ante la policía por tener enterrado un muerto, en un territorio que no era para eso.



Como última estancia, optaron por enterrarlo en un terreno abandonado donde enterraban cadáveres desconocidos, o que no se encontraban nunca sus parientes. Por estas situaciones, don Braulio Botero Londoño, perteneciente a una secta masónica —personas de libre pensamiento—, pensó en su futuro, y de lo que iba a pasar con él y su familia.



Por ello decidió construir el cementerio Libre, que a lo largo de su construcción tuvo muchos tropiezos ante el rechazo de los habitantes de la población que al ver cualquier avance lo derrumbaban. En la administración de Michelsen, pudieron avanzar un poco más porque este estaba de acuerdo con la obra, pero con el próximo presidente no corrieron con la misma suerte, entonces volvieron a ser víctimas de persecuciones e interrupciones, robaban las estatuas obsequiadas al cementerio, por este motivo la obra estuvo suspendida por un buen lapso de tiempo, sin embargo con la construcción del terminal de transportes en Armenia debieron buscar un lugar para trasladar los sepultados allí, y el único lugar disponible fue el cementerio libre, por esta razón, apoyaron la conclusión de la obra.

La arquitectura del cementerio es toda inspirada en la masonería, sus símbolos como el compás y la escuadra, y la frase “Cristo: Arquitecto del Universo”.
Allí también encontramos el himno a los Muertos, escrito por Antonio José Restrepo, en Ginebra, Suiza, el 2 de noviembre de 1932. Y un mural en madera, que significa, amar y libertad.
En el cementerio está prohibido que los sacerdotes oficien misas.
Este es un sitio donde se puede disfrutar en familia y en donde el ambiente de la casa transporta en el tiempo a sus visitantes.

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